GRAFFITI: ORIGEN Y EVOLUCIÓN


Todo empezó cuando el hombre prehistórico para protegerse del frío y de las fieras se refugió en las cavernas. Ellas fueron sus primeras paredes, en ellas pintó el mundo que conocía y pintando lo hizo más suyo. Después el mundo se llenó de paredes, miles de paredes de letras: el conquistador puso su nombre en el arco triunfal; el tabernero, un rótulo en la puerta de su establecimiento; los sacerdotes, una leyenda en el pedestal de sus dioses. Se conocen pintadas ya en el siglo VI antes de Cristo, cuando unos mercenarios fenicios plasmaron sus nombres en las columnas de un templo egipcio, y quedan también el testimonio de las letrinas de la antigua Roma y Pompeya, con todo tipo de mensajes: políticos, escatológicos, humorísticos, filosóficos, amorosos, sexuales... Desde entonces hasta hoy se dan unos rasgos constantes:el soporte del graffiti es siempre ajeno, y los autores -a pesar de la firma- son anónimos. No obstante la segunda mitad del siglo XX ha conocido un enorme desarrollo de los medios de comunicación y su omnipresencia en sociedades desarrolladas. El mayo del 68 francés fue una explosión revitalizadora de la pintada política. Algunos de sus eslóganes dieron la vuelta al mundo: "la imaginación al poder", "prohibido prohibir". Poco después en Checoslovaquia las paredes de Praga fueron una protesta de la ocupación rusa. Los graffitis del metro de Nueva York, el muro de Berlín, convertido en símbolo gráfico de la división alemana. En todos los países, en todos los idiomas, en todas las épocas...

La historia de la modalidad de graffiti característica del metro de Nueva York se inicia, según los cronistas, a finales de los años sesenta,cuando un joven de Washington Heights, llamado Demetrius empezó empezó a escribir su apodo "TAKI", y el número de su casa, 183, por todos los lugares por donde pasaba: paredes, las marquesinas de los autobuses, en los monumentos públicos y sobre todo, en las estaciones de metro de todo Manhattan. Muchos jóvenes consideraron a estos escritores como héroes, y vieron ésta como una forma fácil de hacerse famosos. Así, empezaron a pintar en los lugares más inverosímiles, a decorar paredes, invirtiendo un escaso presupuesto en pintura, hasta culminar con redecorar los vagones del metro de N.Y.

Caine Mad 103 y FlameOne fueron los primeros en reecorar un metro de Nueva York, aunque el motivo de sus mensajes no pretendía precisamente tambalear los cimientos del sistema, al tratarse de un recordatorio del bicentenario de la independencia de los Estados Unidos, plagado de banderas americanas.Y mientras, ¿cómo llegó este fenómeno social a Europa? La combinación de dos factores fue determinante: por un lado, la elaboración del documental "Style Wars", el cual mostraba el desarrollo del graffiti neoyorkino, y por otro, la exposición de las obras de estos artistas yankis en un museo de Amsterdam abrieron brecha en cuanto a la difusión de este controvertido arte. Así, las primeras muestras de graffiti a mediados de los ochenta se podían ver en las zonas periféricas de las ciudades. Difundidas por las emisoras de televisión, reflejados en películas y en todo tipo de publicaciones, el grafiti ha seguido siendo el reflejo de las clases marginales. Pero el estilo de los graffitis de hoy nada tiene que ver con los de antaño: el uso de nuevas técnicas, válvulas, pinturas... revoluciona el estilo de los noventa. En todas las ciudades se pintan trenes, se celebran exhibiciones-"jams", se crean fanzines que muestran obras de autores de todo el undo. Revistas como FlashBacks (USA), Hype (Australia),GameOver (España), Tuff Stuff (Alemania) o Aerosoul (Suiza) -por citar algunas- muestran lo que artistas como HEX, MODE2, ATOME, DELTA, DARE o FAZE2, auténticos maestros, son capaces de hacer con un bote de spray, a veces auténticas maravillas cuya técnica es menospreciada por los que nunca han cogido un bote y admirados por una multitud de seguidores.

 Keith Haring, uno de los más innovadores y cotizados de los últimos tiempos definió a la perfección la personalidad del graffiti  dentro del arte: "Me sentía atraído por un dominio del color y del dibujo, por su gran tamaño, por las imágenes que utilizaban,  porque conllevaba un riesgo que merecía correr y, sobre todo, porque en ninguna otra forma de arte se da una relación tan  directa entre el artista y su público. Aunque duren un sólo día, ya lo ven suficientes personas como para que merezca la pena"

 

El graffiti ha sido tradicionalmente considerado, por un lado, como una forma de comunicación contracultural. Quizá, por otro, como una manera de reivindicar la libertad del individuo. En vuestra opinión, ¿por qué ha estado siempre tan unida la idea del grafiti con el concepto de reivindicación? ¿Ha sido así desde tiempos remotos?

 FIGUEROA: En mi opinión suele haber un rasgo de singularización en la ejecución de un grafiti, incluso un diálogo del autor consigo mismo en ciertos casos más allá de lo lúdico, pero habitualmente esa reivindicación es algo que en el grafiti se va haciendo más evidente cuanto más nos acercamos a los tiempos modernos. Podría decirse que es una reacción ambiental a un mundo obstinadamente regulador o disciplinado, y que no ha solucionado felizmente la articulación social del individuo, respetando su pulsión expresiva y creativa, y ofreciendo mecanismos de imbricación social que no violenten su naturaleza cooperativa y de singularización. Esta cuestión es importante, pues nos aclara aspectos importantes a la hora de entender por qué no es pertinente hablar de grafiti en épocas prehistóricas. Es un fenómeno verdaderamente propio de una cultura urbana, aunque pueda darse en ámbitos rurales.

 GÁLVEZ: Es un hecho que en la historia humana siempre ha habido dibujos y pinturas en las paredes, usadas como un medio de comunicación. Los lugares célebres, especialmente, están llenos de grafiti, y también los lugares relativamente aislados, como los servicios públicos o las cárceles de todas las épocas. Estas inscripciones son huellas que dejan sus autores no sólo para la propia persona, sino también, en general, para que sean vistas por los demás y lanzar un mensaje, sea o no reivindicativo. En no pocas ocasiones la pintada ha sido el medio preferido para expresar opiniones políticas, sin autorización oficial, sin miramientos ni consensos previos y he ahí su eficacia, ya que ofrecen la posibilidad de hacerse oír de forma directa e inmediata. Debido a esto, el graffiti como herramienta y modo de comunicación tiene una larga tradición desde tiempos remotos así como medio de confrontación política. Por ejemplo, las campañas políticas
o los conflictos culturales eran, ya en tiempos de los romanos, motivo de fuertes disputas en las paredes; de un modo más o menos discreto, más o menos público, los símbolos en las paredes contribuyeron siempre a la creación de opinión o, por lo menos, a la agitación. Como ejemplos a destacar, símbolos como el Ictus cristiano o la cruz pasaron de ser secretos a convertirse en símbolos reconocidos por todos; el lema de la casa de los Habsburgo, "AEIOU" (Austria erit in orbe ultima), se convirtió en un símbolo no oficial de la resistencia austriaca contra el III Reich. Otros ejemplos significativos serían las pintadas de los disturbios de Mayo de 1968 francés con sus famosos eslóganes L'imaginationaupouvoir, o Sous les pavés il y a la plage; en el muro de Berlín, las pintadas durante la Transición, las pintadas punks de Londres y Ámsterdam, el grafiti en el exterior de vagones de NY con el lema Vote Nixon!, con mensajes pacifistas, antibelicistas, de homenaje, etc. En todo este grafiti reivindicativo del siglo XX, sus autores trataban los problemas políticos desde una perspectiva estética sin dejar de usar mensajes con grandes dosis de ironía, reciclando escenarios y entornos, e interviniendo en el espacio público con el objetivo de sorprender a los espectadores con llamativos mensajes cuyo contenido encierra, generalmente, una provocación o crítica que suele invitar a la reflexión.

       ¿Podríais identificar cuál es el primer grafiti de la historia o al menos el primero conocido? ¿Por qué nacen los grafitis?

 FIGUEROA: Es una pregunta muy complicada. Existe un período histórico que se podría decir que es tierra de nadie, con unas fronteras difusas, marcado por estructuras sociales como las sociedades de jefatura. En esos contextos es muy improbable que se diese el grafiti aun teniendo sistemas de escritura o representación gráfica, pero la ausencia de ciertas claves puede alterar profundamente la interpretación.

El graffiti como medio es más propio de civilizaciones más complejas, vertebradas entorno a la urbe, y con una alta estratificación social y un alto desarrollo de los códigos representacionales, con cuadros importantes de funcionarios o un amplio segmento de su población alfabetizado. Por esa razón, se puede hablar propiamente de un grafiti romano, heleno o egipcio, posiblemente habría alguno en Mesopotamia, pero no han perdurado vestigios. Cuando existe una regulación implícita o explícita de quién, qué, cómo, dónde, con qué se puede escribir, aparece la transgresión de esas normas y la escritura marginal. Es ahí donde surge el grafiti, y que puede tener tanto un talante evasivo como rebelde. Una damnatio no es en sí un grafiti, pero advierte de que pudiese coexistir o germinar.

En cuanto al grafiti de firmas, es resultado de la dinámica histórica que impulsa el Humanismo y tiene un desarrollo imparable desde las cárceles, al grafiti de peregrinos, turistas o soldados, de escolares, etc. hasta el surgimiento del getting-up en Filadelfia o Nueva York, al albor de la sociedad de consumo y del espectáculo.

 
GÁLVEZ: Graffiti deriva de la palabra italiana graffiare, arañar, esgrafiar, por extensión garabatear. Los arqueólogos, desde el siglo XIX, denominaron como graffiti a la escritura ocasional realizada en lugares públicos y en latín vulgar dentro del contexto del antiguo Imperio Romano. Pero mucho antes, salvando lo peculiar de cada contexto, algo similar empezó cuando el hombre prehistórico para protegerse del frío y de las fieras se refugió en las cavernas. Ellas fueron sus primeras paredes, en ellas pintó el mundo que conocía y pintando lo hizo más suyo. Después el mundo se llenó de paredes, miles de paredes de letras: los sacerdotes pusieron una leyenda en el pedestal de sus dioses; el conquistador puso su nombre en el arco triunfal; el tabernero, un rótulo en la puerta de su establecimiento. Se conocen pintadas ya en el siglo VI antes de Cristo, cuando unos mercenarios fenicios plasmaron sus nombres en las columnas de un templo egipcio, y quedan también el testimonio de las letrinas de la antigua Roma y Pompeya, con todo
tipo de mensajes: políticos, escatológicos, humorísticos, filosóficos, amorosos, sexuales... Desde entonces hasta hoy se dan unos rasgos constantes: el soporte del grafiti es siempre ajeno, y los autores -a pesar de que se firme- son anónimos. No obstante la segunda mitad del siglo XX ha conocido un enorme desarrollo de los medios de comunicación y su omnipresencia en sociedades desarrolladas. El Mayo del 68 francés fue una explosión revitalizadora de la pintada política. Algunos de sus eslóganes dieron la vuelta al mundo. A la par en Checoslovaquia las paredes de Praga fueron una protesta de la ocupación rusa. El Subway Graffiti de Nueva York, el muro de Berlín convertido en símbolo gráfico de la división alemana, en todos los países, en todos los idiomas, en todas las épocas, los grafitis nacen como un grito de existencia, de resistencia, de rebeldía, y siempre van unidos a las grandes urbes masificadas, son intrínsecos a todas las sociedades ya que siempre las personas tienen algo que decir, quieren trascender, dejar su huella y no ser anónimas.

        ¿Qué civilización antigua hizo un uso más extenso o, en vuestra opinión, más interesante de este modo de comunicarse? ¿Por qué causa?

FIGUEROA: En general durante el período grecolatino. Quizás por la documentación conservada, la República romana nos parezca un período apasionante, ahí tenemos el emblemático yacimiento de Pompeya para ilustrarlo. Era un período de una gran cultura, una cultura difusa, oral, material y textual muy rica en un ámbito plenamente urbano, con un amplio segmento de población alfabetizado, incluyendo plebeyos y esclavos, aunque desde la moral patricia el graffiti no estuviese bien visto. Digamos que la epigrafía grabada o rotulada era el campo de expresión reglado, afín a los discursos oficiales, mientras que el graffiti esgrafiado o pintado era el campo de la expresión popular y no procedente de transitar por la cultura oficial. Así también el graffiti de la Edad Media nos regala muestras muy interesantes en cárceles o en entornos religiosos con los matices propios del espacio y de la época.

Sin embargo, es también muy relevante el siglo XIX, pues nos explica las raíces de la gran eclosión grafitera del siglo XX. Del mismo modo que conviene atender la alteración social que supuso la posguerra mundial. Sus procesos socioeconómicos, tecnológicos y de mercado, la renovación de la subcultura urbana, la ampliación de la cultura juvenil, los conflictos socio-psicológicos de la sociedad postindustrial, el rediseño de las ciudades, la mayor capacidad de movimientos de la ciudadanía y el desarrollo de las redes de transporte nos explican muy bien la eclosión del Getting-up, o sea la movilización de las firmas dentro de la cultura juvenil desde los años 60, y que dio lugar a ese movimiento Graffiti tan impensable en otras coordenadas históricas.

 
GÁLVEZ: Para mí, el Graffiti de Nueva York es el gran hito histórico, porque supuso el pistoletazo de salida a todo el fenómeno que vino después, es decir, se imitó en todo el mundo gracias a la difusión mediática en películas, documentales, vídeos musicales, reportajes en revistas, libros, exposiciones... Este graffiti comenzó en Nueva York a principios de los años 70 del pasado siglo y dentro de un contexto de crisis económica y diferencias sociales que invitaban al inconformismo. Sus creadores estaban inmersos en una corriente que englobaba moda, lenguaje, música y un mundo pictórico; su alcance se extendió a toda la cultura, formando parte de la cultura Hip-Hop y en un plazo breve se transformó en una tendencia vanguardista conocida en todo el mundo. Keith Haring, uno de los artistas más innovadores y cotizados de los últimos tiempos definió a la perfección la personalidad del Graffiti dentro del arte: "Me sentía atraído por un dominio del color y del dibujo, por su gran tamaño, por las imágenes que utilizaban, porque conllevaba un riesgo que merecía correr y, sobre todo, porque en ninguna otra forma de arte se da una relación tan directa entre el artista y su público. Aunque duren un sólo día, ya lo ven suficientes personas como para que merezca la pena". De esos estilos primarios surgidos en el metro neoyorquino surgió la necesidad de hacer destacar la propia firma entre el resto y se pasó de hacer la firma más grande a añadirle contorno, color, 3D, fondo, brillos... Es ahí donde surge el Graffiti tal y como lo entendemos hoy. Para mí, el mero hecho de que un fenómeno artístico clandestino originario de suburbios pase luego a galerías de arte, me parece muy interesante y merecedor de su estudio.

       ¿Cuándo pondríais la fecha de origen en la España moderna?

 
FIGUEROA: En lo que se refiere al graffiti contemporáneo, es evidente que el fin la dictadura en España supuso, como en otras naciones de Europa o Latinoamérica, el pistoletazo de salida. En una fase inicial durante el declive o fracturación del régimen el graffiti servía principalmente al activismo vecinal, político o social, aunque también lo usaron los elementos afines entablando una auténtica guerra mural a brocha, rodillo o aerosol. Luego, con la consolidación de la Transición, se pudo desarrollar una vertiente más artística, poética o hedonista, pero sobre todo el discurso pasó de lo comunitario a enfocarse hacia lo personal. En ese marco irrumpe el proceso del grafiti de firma local, protagonizado por jóvenes o gente con espíritu joven, al albor del Rock Urbano o el Punk, sumándose el Hip Hop Graffiti, al estilo de Nueva York. Posiblemente sea posible fijar el año de 1982 como punto de inicio del Getting-up en Madrid, con la figura de Muelle, por ejemplo, un año en el que se puede afirmar que el espacio público ha sido liberado para el uso de la ciudadanía. Aunque la constitución de una clara, verdadera y sólida comunidad de escritores de graffiti no llegará hasta 1986, reuniendo a bombarderos autóctonos y filoneoyorquinos. A todo esto, es interesante evaluar la manifestación y la transformación cualitativa del graffiti como un barómetro que nos confirma la transformación de países que abandonan un modelo totalitario en democracias capitalistas o consumistas.

 
GÁLVEZ: No se puede precisar una fecha concreta, ya que no hay suficiente soporte documental. Si hablamos de graffiti político, durante los 70. Si hablamos de graffiti con vocación de estilo, es decir, repetir una misma firma por multitud de lugares con el objetivo de ser reconocido, el pionero sería Muelle, a partir del año 1982. Si hablamos de Graffiti Hip Hop, sería alrededor de 1984, sobre todo, después de la emisión en cines de la película Beat Street y de la llegada del fenómeno del breakdance a España.
Los investigadores afirman que Muelle empezó a firmar en su barrio, Campamento, alrededor de 1982; las primeras firmas, pues, nacen en esa zona por imitación a lo que él hacía. Pero como reflejamos en nuestro estudio, todo esto hay que tratarlo con cautela, ya que determinar quién fue el primero en dejar su nombre en una pared es imposible. Tampoco saber si fue la primera zona en España donde se inició ese fenómeno, ya que faltan más estudios locales y nosotros no hemos abordado su comparación con otras capitales españolas; pero sí fue el foco más activo y muy seguramente, fue el gran detonante. En todo esto, hay que diferenciar dos cosas: cuándo empezó el Graffiti a realizarse y cuándo empezó a hablarse del Graffiti.

Sobre cuándo se empieza a hablar del Graffiti, esta cuestión tendría varias interpretaciones; si es por la prensa, hay que recordar que uno de los primeros artículos que mostraban el tema apareció en el ABC, en 1976. Además, hubo performances en las que ya se recreaba “algo” que venía de Nueva York llamado Graffiti, la primera la realizó el escritor de graffiti JuanManuel en 1977.

Si hablamos de televisión o cine, las  firmas junto con el graffiti de bandas (y mucho) ya se vieron en España a finales de los 70 en películas como Fiebre del Sábado Noche o The Warriors. En muchas películas americanas de los años 70 y primeros 80, como las de Charles Bronson que aquí tanto gustaban, aparecía mucho graffiti. Posteriormente el Graffiti Hip Hop entra de la mano con el breakdance y sobre todo, por la película Beat Street, que hizo que se popularizara a partir de 1984. Suma a todo eso, además los videoclips y las fotos de las carátulas de los discos, para que su difusión fuera global.

       En cierto modo, el graffiti se emparentó directamente con la Transición española, específicamente en Madrid, donde se convirtió en uno de los emblemas de la conocida como Movida madrileña. ¿Qué peculiaridades tuvieron los grafitis de aquellos años? ¿Qué supuso esta época para su popularización?

 
FIGUEROA: Lo fue todo, fue un momento de exploración y aprendizaje en diferentes entornos y estratos sociales acerca de lo que eran las libertades. Los años 80, pese a las turbulencias, fue sin duda el período con más libertades sociales y concordia de nuestra historia, y también una época de inocencia y ansias de plenitud. El graffiti era sinónimo de democracia, de reconquista de una calle presa de las fuerzas del orden y un símbolo de la entrada en la modernidad y el underground de Europa y Estados Unidos. Muelle, antes de ser un escritor de graffiti era un rockero que firmaba su nombre, montado en una moto por todo Madrid, dando color a un Madrid gris y oxígeno con el shock de sus firmas a una sociedad acartonada y paralizada. No había malicia, había ganas de pasarlo bien y crear buen rollo, desde un gamberrismo con mucha clase que expresa la disolución de las barreras de clase y las fronteras entre los barrios obreros y el centro urbano.

 
GÁLVEZ: Fueron muchos sucesos lo que atrasaron la incursión del Graffiti en España, en comparación con el resto de Europa. Era un momento de coyuntura sociopolítica de bastante represión moral y psicológica, donde se estaba saliendo de un largo periodo de silencio y dominio; se estaba
reconstruyendo un país, una democracia, una nueva sociedad. Esta fractura tuvo mucho que ver con las frecuentes pintadas que aparecían en las calles, donde se expresaba la disconformidad social con carácter reivindicativo y unos grandes deseos de libertad y esperanza de un nuevo empezar. Si a esto unimos poco después la formación dela Movida madrileña, surgió una época en donde primaba la rebeldía y la creatividad, en la que las calles eran un medio más para poder expresarse, con Muelle como máximo exponente.

       Quizá el grafitero contemporáneo más célebre para los profanos en este mundo fuese Muelle. ¿Por qué creéis que logró aquella relevancia?

 
FIGUEROA: Por ser un pionero, tener un mote simpático y muy expresivo y una firma con un diseño impactante y fácil de retener,  y sobre todo por su carisma personal y el misterio que le envolvió hasta que entre 1986 y 1987 salió del anonimato. También por firmar con gracia y no hacerlo en cualquier sitio, era un rebelde muy bien mirado que sabía que lo que se pinta sin hacer daño dura más y genera buenas vibraciones. Mientras otros ponían bombas, daban palos a la gente o acababan en el quinquerío o en el infierno de las drogas, él se autoafirmaba y se regalaba a los demás tocando en bandas de rock y firmando por las paredes, ¿cómo no le iba a querer la gente de aquella generación? Era como un arco iris surgido de las noches de neón que eclipsaba las grises lápidas del rancio Madrid.

 
GÁLVEZ: Él, a su modo, creó un código muy personal de cómo hacer Graffiti sin molestar, es decir, los que salieron después que él respetaban pintaren la misma clase de lugares y lo hacían de manera que la firma resultase decorativa y no generase un gasto a un particular. Él fue el primero en darse a conocer, en moverse, en pintar por toda la ciudad, en una época en la que nadie pintaba y en una ciudad aséptica en la que abundaban las paredes grises. Por eso a mediados de los 80 los medios se fijaron en él y en el fenómeno de las pintadas; el público en general no lo entendía, y se preguntaban qué era eso de Muelle, por qué estaba en todas partes, quién hacía ese tirabuzón multicolor.

También fue el primero en registrar su firma frente a un posible plagio que se venía venir y rechazó ofertas millonarias para comerciar con ella. Muelle fue pionero, y además tenía una firma legible, muy reconocible, similar a un logotipo. Su estilo y su carisma inspiraron a muchos a hacer lo mismo, ya
que vieron en pintar una forma sencilla de hacerse famosos.

Por último, el prestigio de Muelle no sólo le viene dado por haber sido el primero, sino por ser el creador de un estilo: el estilo flechero, desconocido en el resto de Europa e imitado hasta la saciedad en los primeros años del bombardeo en España. Las siguientes generaciones de Muelle heredaron su ética, e intentaron hacerlo bonito, creó escuela y fue un ejemplo para muchos escritores.

 
A grandes rasgos, ¿qué es lo que pretende alguien que estampa su firma en un espacio público?

 
FIGUEROA: Singularizarse de la masa, hacerse ver, hacerse oír, hacerse sentir… construirse un nombre, construirse a sí mismo como persona o como personaje, vivir su propia aventura, entablar una comunicación, provocar, ser famoso, sentirse parte de una comunidad... muchas cosas que dependen de la dimensión personal o psicoevolutiva y la fase que esté viviendo del Graffiti como proceso histórico. Los motores y los objetivos de un escritor de graffiti de los 70 u 80 no son exactamente los mismos del escritor del siglo XXI.

 
GÁLVEZ: Cada uno tiene unas motivaciones muy personales para realizarlo. Me remito a una respuesta de Bleck la rata, que aparece en nuestro libro y que refleja muy bien el sentido de hacerlo: “No creo que nadie que ha empuñado un bote de pintura pueda responder fehacientemente a esta pregunta. Son demasiadas cosas, todas muy pequeñas y que pertenecen al universo particular de cada uno. En verdad que hay un poco de todo ello, pero es mucho más. Podría ser porque amaba el sonido de la pintura cuando salía por el pitorro, ese Shhhhhhh continuo; también por salir por las noches y ser consciente de que todo el mundo duerme y tú estás despierto; también por la planificación de las zonas a donde irías; quizás por ser diferente; quizás por buscar una forma de escapar al sistema; quizás por ser más original que nadie; quizás para expresar algo que llevaba frustrado años en mi interior; quizás por plantar cara a la ley y saltarte las normas a la torera; quizás por ser conocido o reconocido; quizás porque no había otra cosa que quisieras hacer... todas las respuestas son válidas y serían muchas más, y aun así, no bastarían para delimitar algo tan indelimitable como el salir con un spray y pintar.”

       A veces se ha producido el debate sobre la institucionalización del grafiti y la posible pérdida de esencia que esto supone. ¿Cuál es vuestra opinión al respecto?

 
FIGUEROA: El graffiti como todo medio se puede instrumentalizar o manipular, da igual el tipo de régimen político o la ideología. Hoy en día se convierte en un endemismo cultural no sólo por su fortaleza como medio alternativo de comunicación, sino porque se ha imbricado en el sistema gracias a su conversión en una mercancía. Esto es, depende de la maquinaria industrial e implica notablemente a un sector empresarial. Tanto en lo que atañe a su producción como a su represión es un negocio. Cada opción, la integración o la represión, beneficia económicamente y en su estatus social más a unos que a otros, siendo los principales afectados los escritores de graffiti, la ciudadanía, los políticos, los fabricantes de pintura y las empresas restauradoras o las de seguridad. Este negocio, junto con la generación de una comunidad de perseverantes hermanados por la práctica del graffiti, es la gran novedad histórica del fenómeno y la clave para entender por qué de momento el Graffiti tal y como existe ahora no podrá desaparecer si no hay un cambio del sistema social y económico. Se podría afirmar que su alegalización, ilegalización o legalización alteran su entidad, su manifestación y su vivencia, pero jamás acabarán con su existencia.

Este dinamismo se ve en el transcurso del libro, cómo una postura beligerante contra el Graffiti produce el castigo de su vertiente artística, esa que lo ha singularizado de otros graffitis históricamente hablando. A aquel escritor de graffiti que entre en el juego del malditismo sólo le queda creerse que el único camino posible es el vandalismo, pero ahí hay otro punto de inflexión para perder la esencia y más crítico que entrar en el sistema, pues se alía en la coerción del concepto de libertad de expresión y de crecimiento humano que subyace en la filosofía del Graffiti. Por tanto, más allá de ese comercialismo, de los concursos, de la expedición de permisos, de los límites de la propiedad… la verdadera pérdida de esencia radica en el concepto de la libertad de acción y de la expresión personal, sin eso no hay graffiti. Y si ese concepto no se pone al servicio de la edificación personal, entonces no hay Graffiti. El graffiti siempre ha sido un medio al margen y sólo desde las últimas décadas del siglo XX ha sido explícitamente ilegal. El graffiti es el manejo de la expresión gráfica al margen de la norma y, cuando existe una ley en contra, se convierte en el enfrentamiento contra esa norma.

 
GÁLVEZ: A principios de la década de los 80 los coleccionistas de arte empezaron a fijarse en estas inconformistas obras. Prueba de ello es la dedicación en distintas muestras de arte contemporáneo como ARCO 06 que en su 25 aniversario creó una sección especial dedicada al Street Art en el programa OnYouth Culture. En un principio los graffitis fueron utilizados por grupos o pandillas para marcar su zona, por lo que el término se ha aplicado a numerosos actos sobre el exterior de las propiedades, considerados a veces vandálicos. Sin embargo actualmente se ha convertido en una muestra de arte muy sofisticada y de renombre y se discute si para conservar su esencia, el Graffiti debe ser ilegal y contrasistema.
Desde un punto de vista académico arte es aquello que los expertos (críticos, galeristas, museos, compradores, etc.) consideran como tal. En definitiva, el arte es definido por el aparato crítico y el mercado y cualquier objeto es susceptible de llegar a considerarse una obra de arte. El Graffiti también. Por otro lado, el arte se inscribe totalmente dentro de los parámetros del orden social, es transgresor casi en exclusiva con respecto a su propio lenguaje. El Graffiti, por el contrario, busca nuevas y variadas formas de expresión transformando su propio lenguaje, lo que actualmente le confiere una madurez creativa que lo hace original y sorprendente.
Por lo tanto desde un punto de vista académico difícilmente el graffiti puede ser considerado arte; pero si atendemos a una definición de arte más cercana e intuitiva, una definición subjetiva en la que primen elementos como la intencionalidad del grafitero, la mirada del espectador, la capacidad expresiva de la obra atendiendo a sus valores técnicos, estéticos narrativos y/o abstractos, sin duda alguna el graffiti puede ser considerado arte, un arte cargado de frescura y espontaneidad: el arte del spray. Se puede aventurar a decir que el Graffiti, con su imaginería desbordante, su combinación de colores tan personal y la rúbrica del artista considerada como otra parte de expresión plástica, es el arte que continúa la tradición de la pintura iconográfica y el muralismo artístico.
Desde otro punto de vista, desde la integración del Graffiti por las instituciones, esto es, que se fomente mediante la celebración de exposiciones, exhibiciones, concursos o eventos patrocinados por ayuntamientos u otros organismos públicos, diremos que eso no es Graffiti, ya que el soporte sobre el que se realiza no es ajeno, y además está hecho con permiso. En ese caso lo que ahí se muestra es arte con “estética” de Graffiti, pero no es Graffiti como tal.

 
¿Qué puede encontrar el lector en vuestro estudio sobre el mundo del grafiti?

 GÁLVEZ: Firmas, muros y botes relata los inicios del Graffiti en Madrid de forma completa y rigurosa. Es un relato histórico con declaraciones personales de los escritores de graffiti de Madrid de los 80. Incluye en sus páginas tanto perspectivas personales que intentan dar a comprender el entorno social y cultural del Graffiti, como documentos y fotografías inéditas. Es un libro sobre la historia de lo que se conoce como Graffiti Autóctono, aunque no se limite estrictamente a él o, mejor dicho, se ocupe también de otras manifestaciones culturales que nos ayudan a explicar su entidad como fenómeno. Cronológicamente abarca el último cuarto del siglo XX, poniéndose gran énfasis en la década de los 80; en lo territorial se sitúa en Madrid y en algunas localidades de su corona metropolitana.

FIGUEROA: Añadiría además, que es un relato vivencial de una serie de personas que, como todos, buscamos un lugar en el mundo y desarrollar en plenitud nuestro impulso vital. Que esa forma sea más o menos conflictiva depende de factores más flexibles y dinámicos de lo que creemos. En fin, es el testimonio de unos seres humanos en una época, pero también el retrato de una faceta de la humanidad que se resiste a asumir ciertas convenciones sociales que deben estar siempre en revisión y en debate. La memoria histórica ayuda a ello.
Así que la piedra angular desde la que se ha ido construyendo este relato histórico han sido los escritores de graffiti en su conjunto, además de la consulta de toda suerte de documentos, algo que nunca antes ha sido tratado por ningún otro libro sobre el tema en España.

 
¿Qué puede aportarnos desde el punto de vista histórico el estudio de esta forma de comunicación?

 
FIGUEROA: La reivindicación de la microhistoria o de la otra historia como fuente de conocimiento del ser humano y la sociedad. Eso es crucial para entender el valor de este tipo de estudios y de la consideración del estudio de estas manifestaciones culturales y urbanas en cada contexto histórico y su puesta en correlación con otras esferas culturales de su momento. Yo no podría aproximarme a comprender la sociedad romana o de cualquier época sin conocer esa otra cultura popular que se refleja a través del graffiti en sociedad que sumaban a su tradición oral lo textual o iconográfico. Gracias a eso sabemos mejor y en primera persona cómo vivían de verdad, cómo se expresaban, si se les dejaba expresarse y con qué medios, cómo pensaban, qué deseaban, a qué aspiraban, qué temían y qué les hacía sentirse queridos o admirados. Sin duda, nos va a ayudar a comprender, si no mejor la historia española popular durante la democracia temprana, sí una faceta raramente tratada fuera de los estereotipos y clichés.


GÁLVEZ: Firmas, muros y botes es un libro de investigación que ofrece materiales documentales para el conocimiento de la historia del Graffiti en Madrid por las nuevas generaciones. Su archivo gráfico es amplio y variado, así como el testimonio de su más de un centenar de informantes, con objeto de ofrecer una panorámica lo más completa y plural posible de un fenómeno que no se puede reducir a un simple estereotipo cultural o anécdota social. Es un tesoro documental fundamental para conocer la génesis, definición y maduración del Graffiti Autóctono a lo largo de los años 80 y 90, y comprender mejor la ciudad de ayer, hoy y mañana.

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