TIFON
Entrevista, 20 de enero 2014.
© Felipe Gálvez y Fernando Figueroa
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¿Cuándo empezaste? ¿De qué zona eras?
Con catorce años. De Aluche, un barrio obrero de Madrid.
¿Qué fue lo que te impulsó a coger un bote y pintar en las paredes? ¿Qué o quién te influyó?
Supongo que buscaba una forma de expresión y ahí encontré un camino de expresión, en cierta manera, creativo, prohibido y contestatario.  Sin lugar a dudas, Juan Carlos, admiraba mucho su manera de ser y de pintar.
Cuando tú empezaste a pintar, ¿qué otras firmas había? ¿Había alguna que te gustara especialmente?
Básicamente, Muelle y Bleck (la rata)
Cuando tú empezaste, ¿quiénes eran los escritores más famosos en Madrid por aquellos años?
Para mí, Muelle y Bleck (la rata). Fueron, sin duda dos de los precursores y modelos más influyentes en esa época.
¿Recuerdas si había gente que pintara con plantillas?
Claro que sí, según el espacio y el estilo de cada uno, a veces se usaban según lugares y mensajes concretos.
El graffiti originario en las paredes de tu barrio, ¿eran firmas autóctonas, tirando al punk o eran de rollo hiphop?
En mi barrio eran firmas autóctonas de tendencia claramente punk dado el contexto social y musical de esa época. En mi caso, marcó una epoca muy especial para mí y en cierta manera ha moldeado mi personalidad . El estilo hiphop se daba más en barrios como Móstoles y Alcorcón, relacionados con el breakdance y más marcados por tendencia americana de esa época, tanto musicalemente como en la grafía de sus pintadas.
¿Qué grupos primigenios recuerdas en tu barrio?
Realmente, no te puedo decir, no recuerdo muy bien. Sé que había ciertos grupos que pintaban pero no sé decirte exactamente. Mi forma de pintar era más individual y solitaria. Me gustaba salir solo con mi música y mis pensamientos.
¿Llegaste a conocer a Muelle? Si es así, ¿cómo conociste a Muelle?
Claro, era el referente. Vivíamos en el mismo barrio y un día nos encontramos. A partir de ahí, tuvimos muy buena relación. Compartimos muy buenos momentos, no sólo por el graffiti. A veces le iba a ver ensayar al local con su grupo e incluso, llegamos a compartir la primera película-documental que se hizo sobre las pintadas (Mi firma en las paredes). Era un tío muy especial al que admiro por muchos motivos.
¿Por qué crees que Muelle fue tan importante, aparte de ser el primero en dejarse ver por toda la ciudad? ¿Qué tenía Muelle que no tenían los demás?
Estilo propio, personalidad, autenticidad, sentido del humor y talento.
¿Cómo recuerdas ese Madrid de tus inicios? ¿Era un Madrid gris? ¿Notabas como si la juventud tenía ganas de expresarse, rebelarse, de experimentar?
Creo que es más gris ahora. Antes había más movimiento e inquietud que ahora. No estábamos tan adormecidos. Las revueltas estudiantiles y sindicales eran más activas y contundentes.  A nivel de pintadas supongo que cada época tiene tendencias diferentes pero en el fondo siempre permanece la misma inquietud por expresarse.
¿Había cierto pique entre los grafiteros que desarrollaban tags estilo NY (los raperos) y los autóctonos o flecheros? De haberlo, ¿por qué era? ¿Había críticas hacia vosotros, los autóctonos?
Éramos diferentes pero convivíamos bien. Supongo que nos interesaban estilos,  grafías y músicas distintas pero no creo que existiera rivalidad alguna. O por lo menos en mi caso. La única rivalidad posible era encontrar siempre el mejor lugar para pintar y ser el primero. 
¿En qué se caracterizan las firmas “autóctonas” o “flecheras”?
La diferencia está en el tipo de grafía y lugares donde se pintaba. Las grafías de hiphop tenían un marcado estilo americano y estaban vinculados musicalmente con el movimiento hiphop y el breakdance. En las pintadas autóctonas el estilo de grafía era  diferente y algunos de nosotros estábamos más vinculados al movimiento punk. Creo que la gran diferencia entre los dos grupos radicaba en los lugares elegidos para pintar. Por lo menos, en mi caso. En el metro, por ejemplo, yo nunca pinté vagones, prefería pintar en los carteles publicitarios cuando estaban vacíos o en los huecos de la propia publicidad. En la ciudad, los lugares que más me interesaban eran las paredes de obras, locales desocupados o puntos estratégicos como puentes, muros, etc. Más o menos, en mi caso había un código y una selección de lugares que no estropearan, en cierta medida, la estética y el paisaje urbano.  
¿Qué destacarías como sus características principales? ¿Cuándo y por qué empezó a cuajar esa distinción?
Ya te he dicho antes, supongo que por una diferenciación social, musical y de estilos gráficos.
¿Con quién pintabas con más asiduidad?
Solía pintar solo salvo en algunas excepciones que pintaba con amigos como Jjojas Punk-Alien, Snow, Pasol, Homoi,etc.. Pero por lo general, me gustaba salir solo. ¿En qué zona actuaba? Todo Madrid... y cuando viajaba por España, aprovechaba el viaje..
Cuando pintabas, tu firma/graffiti ¿a quién iba dirigido? ¿Al público en general? ¿Para otros escritores?
Supongo que todo en sí es uno.
¿Estabas al tanto de lo que se pintaba en otros sitios?
Claro, tenía dedicación plena y para evolucionar tienes que saber qué es lo que te rodea.
Para vosotros los “flecheros”… ¿era importante la ubicación de la firma?
Lo más importante para mí era el estilo de la firma y el lugar, sin duda.
Muchas de tus obras estaban hechas en muros de derribo, de ladrillo visto. ¿Qué clases de zonas y qué tipo de ubicaciones preferías para actuar? ¿Tenías una ética para pintar?
 Sí, en cierta manera, pintaba en lugares muy concretos. No todo valía. Había sitios de paso estratégicos que por mucho que me gustaran no pintaba porque afeaba el lugar y eso iba en contra de mi propia firma. Supongo que eso al final marcaba el estilo y la personalidad de cada uno.
Hemos visto que te movías por todo Madrid. ¿Disponías de motocicleta, como Muelle, para descubrir esos sitios?
Yo empecé con catorce años y al principio iba en metro, autobús y bici a todos lados. Cuando cumplí dieciséis, me compré mi primera moto y llegué hasta el último lugar.
Tenías firmas junto a Muelle en la Ciudad Universitaria, ¿cómo fue eso?
Porque había lugares estratégicos en los que coincidíamos. A veces llegábamos unos antes, a veces otros. Por lo general, en nuestro caso, fuímos adquiriendo, poco a poco, un código de respeto y no pintábamos al lado. Respetábamos quien había llegado primero y si la pared no era muy grande y afeaba su pieza, yo no pintaba. Al principio era un orgullo firmar a su lado pero con el tiempo eso fue cambiando y respetábamos el lugar de cada uno.

¿Había alguna diferencia en firmar en los barrios de la periferia, a venirse al centro a firmar? ¿Tenía más peso firmar en el centro, era más escaparate?
Sí, sin duda, el centro, las carreteras y los lugares de paso eran el mejor sitio para firmar. A mi personalmente, el metro era lo que más me gustaba. Además en el centro era más arriesgado pintar y por lo tanto, más divertido.
En esa época los sprays eran carísimos. ¿Cómo conseguías los botes?
Como podía..
Después de años conociendo a escritores, he visto que muchos de los grafiteros de hoy empezaron siendo flecheros, y muchos cambiaron de estilo ¿Por qué crees que la gente cambió?
Supongo que es parte del proceso de búsqueda y de evolución. Quizá sea una manera de explorar y de inquietud artística.
¿Qué valorabas más en una firma flechera? Vuestro estilo era legible, muy reconocible, creábais letras nuevas ¿era eso lo que buscabais, la originalidad?
Un impacto visual y reconocimiento claro. En el fondo, la firma era un pretexto para realizar piezas diferentes en diseño y color y en algunos casos para expresar una inquietud social o algo con lo que estabas en desacuerdo. Por ejemplo, me acuerdo de una pieza que hice de grandes dimensiones en un muro de Plaza de España, a propósito del primer ataque a Irak.
Volviendo a la escasez de fanzines, medios… ¿Cómo os las ingeniábais para desarrollar el estilo? ¿Cuáles eran vuestras fuentes para sacar letras, coloraciones…? ¿Usábais los rótulos de los grupos musicales, portadas de discos, cómics, la forma de construir las letras… la influencia heavy?
La verdad es que en mi caso, la grafía era muy concreta y sólo iba evolucionando en el trazo con el  tiempo. Yo, apenas tenía referentes porque nuestro estilo era ¨autóctono¨. Básicamente, me ponía delante del papel y creaba diseños con tipos de letra, colores y texturas que se me iban ocurriendo.
Por 1988 firmabas Kily. ¿Cuándo empezaste a firmar Tifón?
Sí, Kily (con el símbolo de ocupación) fue mi primera firma. Provenía de la influencia del punk en esa época de mi vida. Al principio, era una firma, en cierto sentido, de estilo contestatario y como una forma de expresión en contra de todo lo establecido. Estuve firmando un año y pico y me gustaba tanto pintar que cambié de firma para crear una marca y desarrollar otro estilo.
¿Te influyó para elegir el nombre los cómics de la Marvel u otra cosa?
No, la verdad, es que no. Busqué una marca que uniera nombre y grafía con cierto sentido y que de alguna manera la marca tuviera cierto impacto visual y cierta semántica.
¿Llegaste a pintar carretera? ¿Quiénes fueron los primeros en pintar carretera que recuerdas?
Creo que Muelle, Bleck (la rata) y yo.
Respecto a las pintadas en el metro, carteles, pasillos, etc. ¿Quiénes recuerdas como los primeros en hacerlo? ¿en qué año?
Los mismos que los de las carreteras: Muelle, Bleck y yo.
A la hora de  pintar en metro, ¿había líneas más cotizadas que otras?
Las que pasaban por el centro eran las mejores. Pero hubo un tiempo en que me gustaba tanto pintar que pinté en todas las estaciones del metro. Era impresionante. Menuda dedicación..



¿Quiénes eran los más famosos pintando los carteles de metro?
Creo que Muelle y yo.
¿Cuándo crees tú que hubo el boom del graffiti en el metro de Madrid, en cartelería? ¿Entre qué años? 
Sí, claro. En 1990, yo por lo menos, ya pintaba en el metro con bastante asiduidad.
¿Llegaste a pintar vagones en esa época? ¿Solo, con alguien? ¿Cuándo?
No, yo nunca pinté vagones, ni exterior ni interiormente. No me gustaba.
Recuerdo haber visto muchos tags de Tifón en carteles de metro. Para hacerte los carteles de metro, ¿qué táctica seguías? Esos carteles que hacías en pleno andén, ¿qué truco era para pintarte uno, otro, otro…?

Pues depende de la estación, de la cabina de vigilancia y de las situación de las cámaras. A veces esperaba a la bajada justo de los viajeros para ocultarme con ellos, otra veces, esperaba a que el andén estuviera vacío, otras me arriesgaba y pintaba a toda velocidad y salía por algún sitio... No sé, dependía de la geografía de cada estación.
Cuando pintabas en el metro, ¿planificabas pintar determinadas líneas? ¿Estabas al tanto de cuándo se cambiaban o renovaban los carteles para “inauguralos”?
Sí, la verdad es que pintaba casi todos los días o por lo menos todas las semanas. La contratación de los anunciantes no duraban mucho y había que echarle dedicación al tema. Siempre intentaba inaugurarlos y según la dedicación y la suerte en muchas ocasiones lo conseguía. Era un vicio estrenar los carteles y sobre todo los vacíos de fondo azul... Puff, qué recuerdos.
Cuando pintabas esos carteles… ¿La gente no te decía nada?
Generalmente no, porque era sobre papel y no deteriorabas mobiliario urbano. A mucha gente le gustaba y se paraba a hablar contigo y a conocerte.
¿Tú has llegado a conocer a gente pintando carteles en el metro?
Sí, claro. Casi todos nos conocíamos.
¿Érais tantos que te encontrabas con la peña?
Al principio, no tanto pero según iba pasando el tiempo cada vez ibas coincidiendo con más gente. Era gracioso estar pintando un cartel y cuando el metro se iba, te dabas la vuelta y veías en el andén de enfrente a otra persona pintando y la estación en silencio. Era especial ese momento.
¿Cuándo notas que la vigilancia en el metro aumentó por la abundancia de pintadas? ¿Era tanto lo que se pintaba?
 La vigilancia aumentó no por la cantidad de pintadas que iban surgiendo sino por los lugares en los que se empezó a pintar, como vagones, mármoles de estaciones, etc.
En el caso de marrón por los vigilantes de metro, ¿llegaron a agrediros alguna vez?
Alguna que otra. Como siempre dependía de con quién te encontraras. Según la personalidad de cada vigilante. Algunos se excedían, otros te tomaban los datos y recibías sanciones administrativas o juicios. Yo, por lo general, no tuve sanciones ni apenas juicios porque diferenciaban según los sitios donde pintábamos. Quizá, también ayudaba que por aquella época corría mucho. 
¿Cuál era la sanción si te pillaban?
Depende, yo creo que las mayores sanciones se las imponían a los que pintaban vagones o en cualquier lugar, sin miramientos
¿Tú no tienes la sensación de que en esa época, finales de los 80, con Muelle, Bleck, Tifón… el público general lo aceptaba, como que el graffiti  “caía bien”?
Sí, claro que lo creo. Yo lo viví así. Caíamos bien por los lugares y tipos de pintadas que hacíamos. A la gente, por lo general, les gustaba. Mucha gente te paraba por la calle para conocerte y charlaba con nosotros. Fue una época muy bonita. No estábamos mal considerados. Por lo general, lo que hacíamos, no le parecía mal a la gente.
¿Nunca tuviste ningún problema pintando? ¿Puedes contarnos algunas anécdotas, que te pasaran pintando en la calle o en el metro?
Cada día pasaba algo nuevo y diferente. Era lo emocionante. Recuerdo la primera pintada que hice con catorce años. Conseguí algunos botes y una noche, me escapé de casa. Recuerdo el sonido del spray en el silencio de la noche y como se adhería al ladrillo. Estuve hasta el amanecer pintando por mi barrio. Fue una sensación muy especial, una mezcla de libertad, adrenalina y aventura en estado puro. Una sensación que nunca he olvidado. Yo solo en la calle con mi mochila, escuchando mis pasos, vigilando todo el rato no encontrarme con nadie conocido ni con la policía, mirando cada ventana. Pasos, sprays y pensamientos.
¿Cómo fue la experiencia en el mundo de la televisión?
Yo estudiaba BUP, intentaba aprobar pero apenas aparecía por clase y un día me llamó Juan Carlos (Muelle) para decirme que TVE quería hacer una película-documental sobre nuestra vida. Él no quería que se le viera y me preguntó que si yo tenía algún problema en participar. Hablé con los guionista y el director, me enseñaron el proyecto, hice una prueba y hasta ahora... Una de las mejores experiencias de mi vida. Y además, gracias a esta experiencia, descubrí lo que quería hacer.
La pregunta del millón… ¿por qué pintabas?
Porque me sentía libre, podía expresarme y desarrollar una actividad artística con cierto aliciente prohibido.
¿Qué tratabas de decir con tus pintadas, grosores, etc? Cuando pintabas… ¿Intentabas comunicar algo?
A veces hacía piezas con diferentes tipografías, colores y texturas y otras, mi firma, me servía de pretexto para expresar alguna inquietud social o reivindicación política.
¿Tú crees que  a partir del 93, o bueno, pon la fecha tú que yo no la sé exacta, hubo un bajón de flecheros? Porque poca gente siguió…
Supongo que se debió a cambios generacionales y a modas importadas de otros países,  concretamente, de EE.UU.
Había un montón de gente que pintaba como autóctono, como flechero, y de repente, ya no había. ¿Eso por qué fue, lo de dejar de pintar el metro, sobre todo en los carteles?
Supongo que cambios generacionales, moda, endurecimiento de las sanciones. Creo que se debía a la suma de varios aspectos.
¿A ti no te da cierta pena que el estilo autóctono se vaya perdiendo o que ya quede muy poca gente que lo haga?
Bueno, todo cambia. Hay cosas que evolucionan y otras que se pierden por diferentes motivos. Así es la vida..
Porque la gente que empieza a pintar, sale con el estilo hiphop…. Por las fanzines o no sé qué moda. Y el graffiti vuestro, era lo que identificaba a Madrid. ¿Tú no crees que hemos perdido la identidad que teníamos?
Las formas de expresiones han cambiado. Creo que en buena parte por el contexto social diferente que estamos viviendo en todo: música, tribus urbanas, maneras de vestir y de relacionarte y sobre todo en las formas de expresión artística.
¿Había chicas que firmasen, o era muy raro? ¿Recuerdas algún nombre?
Por aquella época no había muchas. La única que recuerdo es Marta. Seguramente, tendrá que ver con la posición de la mujer en esa época y como, poco a poco, ha ido conquistando el lugar de igualdad que le corresponde en todo.
¿Crees que el documental Mi firma en las paredes identifica bien esa época? ¿Refleja bien la calle?
Sí que lo creo. Es un documento que intenta hacer un análisis social para encontrar los porqués de esta manifestación artística y en algunos casos es una crítica de la sociedad en la que vivimos.
 Finalmente… ¿Qué echas de menos de aquella época?
La libertad, la acción, la aventura, el riesgo, cada pieza, los momentos de soledad en los que podías observar la vida sin que nadie te observara a ti, algunos amigos, la inocencia, la inquietud y las ganas de hacer.
 


© Felipe Gálvez y
 ©Fernando Figueroa


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