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-ARTÍCULOS-

 TITULO:"Contra  la pared"
texto:Rafa Rodríguez/Sara Díez
Fuente:suplemento METROPOLI de EL MUNDO.
Año: mayo, 1995.Págs.88-89
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Los artistas madrileños del "spray" han encontrado en los muros del extrarradio el mejor soporte para sus obras. Alcorcón, Coslada, Leganés brillan a golpe de botes de aerosol que manejan con pericia jóvenes con look rapero. Con todo, y pese a la evolución de las pinturas y las actuaciones legales de sus autores, los tiempos siguen siendo duros para el graffiti.

Coslada, hace tan solo unas semanas. Un joven armado con un spray recibe un perdigonazo de un furibundo ciudadano. Su crimen: pintar el muro de un chalé vecino. Da igual que el chico recibiera el placet del mismísimo dueño de la finca: a los que ensucian las paredes, corectivo.
Idem para los que profanan los vagones del metro con sus garabatos de aerosol: aunque, todo sea dicho, los métodos que  castigan tamaña osadía no son tan expeditivos: al jovenzuelo pillado in fraganti le tocará borrar a golpes de fairy y estropajo la huella de su delito.
Así se las ven y se las desean los artistas del graffiti, porque sí, estos chicos que le dan al spray en muros y paredes callejeros derrochan arte. Nada que ver con otros que, bote de aerosol o rotulador gordo todas-las-superficies en ristre, estampan sus tags (firmas) de forma más bien cutre en el primer sitio que les queda a mano.
Olvidados ya los tiempos de las incursiones en los subterráneos de Azca, cuando la zona de la calle Orense bullía con las primeras hornadas hiphoperas -a la vieja escuela-, los grafiteros se concentran ahora en la diáspora madrileña.
En realidad, la mecha del hip-hop (movimiento cultural genuinamente callejero y respondón que engloba formas de expresión tales como el rap y el graffiti) prendió en las localidades que circundan la capital, y allí han conseguido mantener viva su llama. Nadie explica con convicción el porqué: tal vez debido al carácter del mismo movimiento, que recoge la desazón de los nucleos urbanos deprimidos, o quizás, como apuntan otros, porque en estos pueblos hay más gente joven.
Precisamente, el factor juventud da la medida de la situación de la comunidad de pintores urbanos: no es que sean todos unos chiquillos, pero vamos, el movimiento de base lo constituye una horda de adolescentes que observa con rigurosa regla el look de los santones del rap. Son, con mucho, los más atrevidos, los que disfrutan pintando al límite en lugares prohibidos.
Para evitar tentaciones -y algún que otro disgusto-, las Casas de Juventud de distintas poblaciones del extrarradio tratan de institucionalizar el fenómeno, organizando concursos o consiguiendo que los Ayuntamientos cedan  espacios para pintar. La experiencia viene desarrollándose con éxito en Leganés, Coslada y Alcorcón: los chicos no dudan en apuntarse a estas iniciativas, sobre todo porque resultan la mejor manera de hacerse con un buen arsenal de sprays sin pagar un duro. Aunque también es cierto que la conciencia de lo legal les llama cada vez más.
Shocker, que acaba de alzarse con el primer premio del concurso convocado por la Casa de Juventud de Coslada, asegura que lo suyo siempre ha sido "pintar legal, aunque para muchos, el graffiti legal no es graffiti". Solo, o en compañía de sus secuaces Erni, Baker -el uso de seudónimos es vital para evitar chivatazos que pongan en un brete a los autores- y demás allegados a la numerosa posse (panda) de Poder Latino, un combativo grupo de raperos de Aranjuez, buscan solitarias y alejadas paredes donde explayarse. De mayor, bueno, de "más mayor" quiere ser profesional, un status del que muy pocos pueden presumir.
Zeta, por ejemplo, puede. Sus obras se concentran mayormente en la Jungla Sur madrileña, o sea, en Alcorcón y alrededores: gigantescos muros acogen un universo de colores brillantes y simbología que trasciende el cerrado mundo del hip-hop, al que está ligado desde 1984. Ex miembro del seminal grupo de rap madrileño Jungle Kings y del combo radical Club de los Poetas Violentos, en la actualidad prefiere abrirse a otras experiencias ("uno acaba escarmentado de las pandillitas",dice) lo que no significa que se desmarque del movimiento. Trata, en definitiva, de hacer del graffiti un medio de vida. Y lo está consiguiendo trasladando su arte de las paredes anónimas a fachadas de tiendas o interiores de bares, a camisetas incluso. Sus contactos con otros grafiteros del país (el colectivo Game Over de Barcelona) y del extranjero (Latino Soy, con artistas de París) le están apoyando, asimismo, a ampliar horizontes. El próximo paso será montar una pequeña empresa de publicidad,  junto a su inseparable Chop, con el que lleva pintando mano a mano diez años bajo el nombre de ACME, acaparando los muros de su localidad, que han de compartir con otros graffiteros estrellas como Jes y la ALK posse.


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